Uno de los motivos más frecuentes por los que los padres deciden llevar a sus hijos a un psicólogo es el comportamiento problemático de sus hijos e hijas. Rabietas, agresiones, mentiras… se convierten en una constante en algunos hogares, produciendo frustración y ansiedad a las familias.
Aunque parece que estas circunstancias van a durar para siempre, no tiene por qué ser así. Desde casa y el colegio se pueden establecer pautas que ayuden a que estas etapas sean lo más llevaderas posibles, tanto para la familia como para el propio niño o niña.
Antes de iniciar cualquier intervención, es importante que detectemos cuáles son las conductas que queremos modificar y si son realmente problemáticas o sólo molestas. Para ello, podemos hacer un listado donde las colocaremos de más leve a más grave, con el fin de poder identificarlas todas.
Por otro lado, debemos identificar por qué se mantienen las conductas en el tiempo, es decir, qué se consigue con ellas. Si alguien llora porque quiere un regalo y se lo compramos, reforzaremos que la respuesta “llorar” es adecuada para conseguir la meta y, por lo tanto, esa conducta volverá a repetirse. En este aspecto, debemos reforzar únicamente aquellas respuestas que queremos que se repitan.
Es importante establecer rutinas y hábitos, de manera que el niño/a sepa qué tiene que hacer en cada momento. Aunque es útil durante toda la vida, aún lo es más si el niño/a es pequeño, pues le proporciona un marco de referencia dentro del cual actuar.
Algo imprescindible es establecer normas que presenten una serie de características:
- Deben ser claras y sencillas. Utilizar instrucciones muy complejas puede dificultar que se lleven a cabo.
- No deben ser muy numerosas.
- Han de ser coherentes y aplicarse a todos los miembros de la familia.
- Su cumplimiento o incumplimiento debe llevar asociada una consecuencia.
Por último, es importante entender que la infancia es una etapa de cambio constante, por lo que hay que ser flexible y tener paciencia. Siendo niños empezamos a descubrir quiénes somos, a imponer nuestras ideas y a crear nuestra identidad, por lo que es normal que exista cierto grado de desobediencia y “rebeldía”.
En los siguientes artículos explicaremos técnicas concretas que podemos poner en práctica si nos encontramos ante una situación parecida.
Déborah Nieto Rodríguez. Psicóloga de Centro Milos. Especialista en intervención infanto-juvenil.